| |||
El nombre del Maestro, Xu Yun, en español significa "Nube Vacía", una traducción que a menudo confunde a la gente. Todos sabemos lo qué es una nube, pero nos preguntamos qué significado le añade el calificativo "vacía". En la literatura Chan ó Zen, el término "vacío" aparece con bastante frecuencia y en muy distintos sentidos, así que comenzaré por intentar aclarar su significado. Estar vacío significa estar vacío de ego, no tener ningún pensamiento del 'yo'. No en el sentido que se actúe como un vegetal o un animal salvaje - cosas vivientes que simplemente procesan agua, comida y luz solar para poder crecer y reproducirse - sino en el sentido de que 'se deja de juzgar' a las acciones, a las personas, a los lugares, y al entorno en términos de "yo", de "mí" o de "mío". Una persona que está "vacía del yo" rara vez tiene ocasión de emplear estos pronombres. Permítanme que sea más específico. Todos hemos oído hablar de un pariente, o de un amigo, que dice ser totalmente altruista en su amor hacia otro. Un marido diría, "No guardo nada para mí. Se lo doy todo a mi mujer." Este hombre no está vacío. Se ha limitado a proyectar una parte de su identidad en otra persona. Una persona que está verdaderamente vacía no posee nada, ni siquiera conciencia del yo o de sí mismo. Sus intereses no dependen de sus propias necesidades y deseos, pues en efecto no toma en cuenta estas consideraciones, sino que se preocupa por los demás. No juzga a la gente por ser simpática o antipática, digna o indigna, útil o inútil, etc. No aprecia ni desprecia a nadie. Comprende simplemente que el Buda Amitaba, el Buda de la Luz Infinita y la Bondad, vive en todos los seres humanos, y es en la empresa de este Yo Búdico en la que invierte. Alcanzar este vacío nunca resulta fácil. Una vieja historia Chan lo ilustra: Una vez un Maestro Chan emprendió la formación de un novicio que tenía grandes dificultades para separarse de las personas de su anterior vida secular. "No puedes servir al Dharma hasta que cortes estos lazos - le dijo el Maestro - ¡Debes destruir estas relaciones posesivas! ¡Mátalas! ¡Míralas como si ya no existieran!" - ¿Pero también debo matar a mis padres? - preguntó el novicio. - ¿Quiénes son ellos para ser perdonados? - respondió el Maestro. - Y a usted, Maestro -dijo el novicio - ¿también debo matarlo? El Maestro sonrió y dijo, "No te preocupes, no queda lo suficiente de mí como para que me pongas las manos encima." Así era Xu Yun, no había suficiente de él para que alguien lo agarrase. En 1940 las Fuerzas Aéreas del Imperio Japonés bombardearon el Monasterio de Nan Hua donde estaba meditando; pero no le pudieron poner las manos encima. En 1951, cuando era un anciano de noventa y tres años, cuadros de desalmados comunistas le golpearon repetidamente, y aunque le rompieron los huesos y consiguieron matar a sacerdotes más jóvenes y fuertes, tampoco pudieron ponerle las manos encima. No había suficiente de él para que alguien lo cogiese. ¿Cómo puede asesinarse el Yo Búdico? Xu Yun no moriría hasta que estuviese listo para morir, hasta que hubiese terminado las tareas que se había impuesto. Les hablaré de este hombre extraordinario, esta Nube Vacía cuya presencia influyó tanto en mi vida. Les contaré cosas que recuerdo y haré lo posible por transmitirles sus enseñanzas del Dharma. Quizás si aprenden de él puedan experimentar parte de la alegría que sentí al conocerle. Estar en presencia de Xu Yun era encontrarse en medio de la mañana de un día soleado, o en una de esas nubes que se estancan en lo alto de la montaña. Una persona puede alargar la mano e intentar atrapar la niebla, pero sin importar cuánto se esfuerce por cogerla, su mano siempre seguirá vacía. A pesar de todo, sin importar lo seco que esté su espíritu, la Nube Vacía lo envolverá con una humedad dadora de vida; sin importar cómo arda su espíritu lleno de ira o desilusión, una tranquilizadora frescura se posará sobre él, como rocío ligero. Esta es la Nube Vacía de Xu Yun que permanece con nosotros. Ni el tiempo ni el Sol pueden destruirla, puesto que es Sol en sí misma; salvo que además es eterna. Ahora les contaré algo sobre la historia que ambos compartimos. Durante la década de 1920, cuando yo aún era un niño, Xu Yun no había llegado todavía al Monasterio de Nan Hua, el monasterio que Hui Neng, el Sexto Patriarca Chan, había fundado cerca del pueblo de Shao Guan, donde yo vivía. Shao Guan está situado aproximadamente a ciento sesenta kilómetros al norte de Guang Zhou (Cantón) en la Provincia de Guang Dong, que está al sur de China. Desde que se fundó en el año 675 d.C., el Monasterio de Nan Hua ha atravesado ciclos de decadencia y esplendor; pero cuando yo era niño, sin lugar a dudas estaba atravesando una de sus fases de decadencia. Como claramente puedo recordar, se parecía mucho más a un patio de recreo que al lugar sagrado que es hoy en día. En aquellos días Shao Guan era un soporífero y pequeño pueblo ribereño, un lugar en que los chicos no podían hacer muchas cosas para divertirse. Ir al Monasterio de Nan Hua era nuestro equivalente a una excursión a Disneylandia. Lo que hacía aún más excitante la visita a este monasterio-patio de recreo es que nadie parecía estar al cargo. Vivían allí cerca de cien monjes y unas pocas monjas, pero la mayoría estaban ocupados en discusiones: monjas contra monjas, monjes contra monjes, monjas contra monjes. Y los edificios de este gran centro religioso eran simplemente el lugar donde acaecían estas disputas. No parecía importar que la madera se estuviese pudriendo, que la cantería se estuviera derrumbando o que el herraje de la vieja pagoda roja y blanca se estuviese oxidando. La decadencia simplemente seguía el ritmo del decaimiento en la disciplina monástica. Budistas devotos, como mis padres, iban de visita y echaban dinero en las cajas de donación; y si los niños revoltosos que llevaban con ellos, como mi hermano mayor y yo, se subían a las viejas estructuras, jugaban al escondite detrás del santuario sagrado, o corrían por los santos vestíbulos, nadie protestaba. Haber impedido que nos divirtiéramos podría haber hecho que disminuyeran las donaciones. Supongo que los monjes se preguntaban si ya que tenían que sufrir con edificios desmoronados, por qué deberían correr el riesgo de agravar sus problemas con escasez económica. Así que nos lo pasábamos bien siempre que íbamos a Nan Hua. Solíamos cruzar el puente del río Caoxi (Ts'ao Xi) y subir a una de las montañas cercanas en la que había un nicho natural de piedra. Se decía que el Sexto Patriarca había meditado en este nicho. Solíamos sentarnos en él y reír imitando su postura piadosa. No es de extrañar que el Sexto Patriarca se le apareciera a Xu Yun en una visión, y le pidiera que fuese al Monasterio de Nan Hua para poner en orden toda la confusión en que se había convertido. No me encontré con Xu Yun hasta 1934 cuando yo tenía diecisiete años y él estaba en los sesenta. El se encontraba entonces como en la fotografía que he reproducido al comienzo del texto. Les hablaré de este encuentro. Pero para poder apreciarlo, necesitan conocer un poco más sobre mi historia previa. Mi apellido es Feng. Originalmente mi familia viene de la Provincia de FuJian, pero mi padre se trasladó a Shao Guan y allí es donde nacimos y crecimos mi hermano mayor y yo. Según los criterios locales mi familia era considerada rica. Mi padre tenía dos negocios: un negocio de materiales de construcción y suministros, y una tienda en la que vendía comida desecada como champiñones, cebolletas y otras variedades de vegetales. Supongo que mis padres esperaban en un principio que un día mi hermano se encargara de un negocio y yo del otro. Pero los talentos de mi hermano no estaban en las ocupaciones académicas, y pronto se empezaron a preocupar por su capacidad. Cuando yo tenía cuatro años comencé a estudiar con los tutores que habían llamado para educarle. Entonces mi hermano me sacaba dos años. Sin embargo, yo aprendía rápidamente y comencé a "saltar" cursos hasta que le aventajé. Así que al terminar el Sexto Año de la Escuela Primaria, a pesar de ser dos años menor que mi hermano, me gradué con dos de ventaja. Después entré en la Escuela Secundaria o Intermedia. La escuela a la que asistía se llamaba Li Qun que significa una escuela que "alienta a la gente". Era una escuela de la iglesia Católica Romana y todos los profesores eran sacerdotes y monjas católicos. Estaba considerada como la mejor escuela de la zona. Pero el estudio del Cristianismo era más o menos opcional; y en mi caso decidí no estudiarlo. Todo lo que me interesaba en realidad era jugar a la pelota. Si algo se podía lanzar, patear, botar o golpear, me interesaba. En la Escuela Intermedia esto era lo que más me "animaba" a hacer. A pesar de ello atendía suficientemente mis estudios como para ser admitido en una Escuela Superior de tres años. No me sentía muy atraído por la venta de vegetales desecados así que pensé en hacerme profesor. Y allí estaba yo en 1934, un muchacho engreído de diecisiete años... un listillo, dirán, que como era normal, se fue unas vacaciones al Monasterio de Nan Hua con el resto de chicos y chicas para divertirse un rato. Nunca había oído hablar de Xu Yun y ciertamente no esperaba descubrir que un hombre santo acababa de llegar a Nan Hua. Y allí estaba él... Algo me sucedió cuando le miré la cara. De repente bajé las rodillas y apoyé mi frente en el suelo, postrándome. Mis amigos estaban atónitos, yo nunca me había arrodillado ante nadie en mi vida... y allí estaba yo, inexplicablemente, sin que nadie me sugiriera el hacerlo, humillando mi cuerpo ante él. Lleno de temor reverencial y de sorpresa, me postré tres veces seguidas ante Xu Yun. El Gran Maestro me sonrió y me preguntó, "¿Quién eres y de dónde vienes?" Yo apenas susurré, "Soy Feng Go Hua, y vengo de Shao Guan." Xu Yun sonrió de nuevo y dijo, "Diviértete aquí en el Templo de Nan Hua." Él estaba rodeado por muchos otros monjes que lo miraban en silencio. Supongo que no se lo explicaban, tampoco yo. Al irme ya estaba impaciente por volver a Nan Hua... pero no para divertirme... quería ver a Xu Yun de nuevo. La segunda vez que le vi me preguntó si quería tomar los Preceptos Budistas, que es como se dice formalmente hacerse budista. Dije, "Sí, claro." Y así recibí los Preceptos de Xu Yun. Él me dio el nombre de Kuan Xiu, que significa "gran y extensa práctica". No más fútbol, baloncesto, ni ping pong. Ahora, durante mis vacaciones de verano, viajaba unos treinta y dos kilómetros hasta el Monasterio de Nan Hua dos veces por semana. Solía coger el tren hasta la Montaña Ma Ba, una formación rocosa prominente, y luego solía caminar seis kilómetros hasta el monasterio. Xu Yun me daba libros de Budismo para que los estudiara; y así es como pasé mis vacaciones. Por primera vez en mi vida, sentí la religión en el corazón. Quería hacerme sacerdote. Pero mi repentina conversión religiosa causó confusión en mi casa. Las cosas no eran tan simples. En primer lugar, cuando nací, mis padres me llevaron a un famoso astrólogo para que hiciera mi horóscopo natal. Este astrólogo vio claramente en las estrellas que me convertiría en un oficial militar de alto rango y que moriría a la edad de treinta años. Tener un héroe muerto en la familia era un honor al que no renunciarían tan rápidamente. Sin embargo, estaban felices de que me fuera tan bien en la escuela. Esto significaba que los negocios familiares estarían seguros en mis manos, especialmente cuando se estaba haciendo cada vez más evidente el hecho de que los negocios no irían tan bien en las manos de mi hermano. Cuando mis padres se enteraron finalmente de mi deseo de hacerme sacerdote, como budistas que eran, recibieron felizmente la noticia; pero como gentes de negocios, estaban muy inquietos. ¡El hijo equivocado quería hacerse sacerdote! Aunque en realidad, antes de sentirme llamado por el sacerdocio, tenía otras intenciones para mi futuro. Nunca le di ningún crédito a las predicciones del astrólogo, pero, estando un poco cansado con el panorama de convertirme en maestro de escuela, decidí que tras finalizar la Escuela Superior, seguiría adelante y entraría en la Escuela Militar de Chiang Kai Shek (Academia Whampao) en Cantón. Chiang era comandante de Whampao en aquellos días. Debido a mi ambición, mi hermano se vio obligado a prepararse lo mejor que pudo para hacerse cargo de los negocios familiares. Afortunada, o desafortunadamente, nunca tuvo que demostrar su valía en el mundo comercial. Después de la invasión japonesa llegó la revolución comunista y no hubo negocios de los que hacerse cargo. Pero en 1934, cuando tenía diecisiete años, y cursaba mi primer año en la Escuela Superior, la guerra con Japón aún no había comenzado. Xu Yun, con la previsión del verdadero sabio, desalentó inmediatamente mis ambiciones militares. En realidad, abandoné esta idea el día que le conocí. Quería hacerme sacerdote pero no le comuniqué mi deseo porque pensaba que sonaría vano y frívolo. Me parecía menos presumido decir que quería hacerme general a que quería hacerme sacerdote. Pero más tarde, en una de mis muchas charlas privadas con Xu Yun, le confesé mi esperanza de hacerme sacerdote algún día. Simplemente me dijo que quería que siguiese en la Escuela Superior y terminara mi formación. Después hablaríamos del sacerdocio. En 1937 me gradué en la Escuela Superior. Ese otoño, en el Festival de Mitad del Otoño a mediados de septiembre, o el Octavo Mes de Luna Llena según el calendario chino, me afeité la cabeza. Me trasladé inmediatamente al Monasterio de Nan Hua como novicio residente, y esperé la Ceremonia de Ordenación que tendría lugar en el plazo de tres meses. Y efectivamente, doscientos monjes más y yo fuimos ordenados, a mediados de diciembre de 1937, en la Ceremonia de Ordenación. Fue en esta ocasión cuando el Maestro Xu Yun me dio el nombre de Jy Din que significa "comprender y alcanzar la paz". También me dio muchas de sus viejas prendas que me sentía muy privilegiado de poder llevar. Poco después de hacerme monje, los japoneses invadieron China y comencé a sospechar que Xu Yun había tenido una premonición - que él me había desalentado deliberadamente de entrar en la Escuela Militar, porque temía que si me convertía en oficial del ejercito podría convertirme también en su víctima. Él tenía otro trabajo que encomendarme, y Xu Yun era un hombre para el que la palabra "fracaso" no existía. Él tenía metas; y yo era para él uno de los instrumentos que usaría para lograrlas. La vida en el Monasterio de Nan Hua era dura. Los monjes y las monjas producían sus propios vegetales, cocinaban, limpiaban, e incluso cosían sus propias ropas. Dormían sobre planchas de madera que cubrían solamente con una fina esterilla de paja. El dinero se obtenía de donaciones caritativas, y de las rentas recibidas de los agricultores que arrendaban tierras del monasterio. Cuando Xu Yun llegó a Nan Hua en 1934, sabía que no podía haber felicidad hasta que la disciplina fuera reestablecida. Por lo tanto estableció unas normas y regulaciones estrictas. La primer vez que alguien rompiera una regla, él o ella sería castigado. La segunda vez que alguien rompiera una regla sería expulsado. Xu Yun distribuyó en departamentos los distintos trabajos y deberes y estableció una jerarquía, un orden ascendente de responsabilidad, para vigilar cada departamento. Todo el mundo tenía que hacer su trabajo, y Xu Yun no toleraba la negligencia. Tenía un fuerte bastón que llevaba con él dondequiera que fuese, y no temía utilizarlo. Milagrosamente, cesaron todas las discusiones y las malas conductas. La ley y el orden trajeron la paz. Esto, no obstante, no era suficiente para restablecer la disciplina monástica. Xu Yun también sabía que los edificios del monasterio debían ser reconstruidos. Aunque mi padre no suministró ninguno de los materiales de construcción - otra compañía fue la que recibió el contrato - donó dinero para apoyar el proyecto. Afortunadamente, los edificios dormitorios fueron los primeros en ser reconstruidos y todos en Nan Hua pudieron apreciar la mejoría de las habitaciones. En 1938, el Maestro Xu Yun fue invitado a acudir a Hong Kong, donde se habla cantonés, para dar una serie de servicios y charlas instructivas. Dado que el maestro hablaba 'hunan', un dialecto del norte, y yo hablaba tanto cantonés como hunan, fue necesario que le acompañara para actuar como intérprete. Mientras estábamos allí los japoneses atacaron a Shanghai, al norte y a Nanjing, al sur. El número de victimas en Shanghai fue asombroso, y por lo que a Nanjing respecta, los ataques fueron tan terribles que el día del ataque es conocido como la infame Violación de Nanjing, pues muchos civiles inocentes fueron sacrificados deliberadamente. Como había muy pocas carreteras hasta Nanjing, y todas ellas eran peligrosas, muchos refugiados intentaron escapar de los invasores japoneses tomando rutas fluviales. Naturalmente, y dado que el pueblo de Shao Guan está situado en la confluencia de dos ríos, muchas barcas de refugiados arribaron allí. Cuando Xu Yun se enteró de los ataques de Shanghai y Nanjing, anticipó esta crisis de refugiados y terminó inmediatamente sus charlas en Hong Kong. Ambos regresamos a Nan Hua y pusimos en marcha un programa de ayuda para los refugiados. Xu Yun decretó que los monjes de Nan Hua adoptaran la vieja costumbre budista, todavía practicada por las órdenes theravadas, de tomar solo dos comidas al día, desayuno y almuerzo. Ningún alimento de ninguna clase podía ser tomado después del mediodía. La comida que se ahorró se donó a los refugiados y cuando fue necesario a los soldados chinos. Debido a la gran angustia de la gente, Xu Yun celebró muchos servicios religiosos adicionales para los muertos y los heridos. Estos servicios ayudaron a llevar esperanza y consuelo a muchas almas angustiadas. Pero para Xu Yun una meta era una meta, y ni tan siquiera la invasión japonesa le detendría de restablecer el Monasterio de Nan Hua. Por lo tanto, el programa de reconstrucción continuó. En 1939 se construyeron las famosas estatuas del Rey Direccional y el templo para su alojamiento. La ceremonia de instalación oficial se celebró en 1940. El esfuerzo empleado en la reconstrucción tenía un efecto saludable en la moral de cada uno. Proporcionaba un sentimiento de propósito y de porvenir. Ahora les hablaré del bombardeo al monasterio de Nan Hua al que anteriormente hice referencia: Después de que los japoneses atacaran Nanjing y Shanghai, los gobernadores de las cuarenta provincias (estados) chinas celebraron una serie de encuentros en el Monasterio de Nan Hua, en un intento por desarrollar una política de defensa coordinada y una estrategia para hacer frente a los invasores japoneses. Se suponía que estas reuniones eran de alto secreto; pero los japoneses, que habían establecido una base aérea en Guang Zhou (la capital de Cantón), rápidamente se enteraron de ellas. Por supuesto, aunque más tarde todo el mundo intentó culpar del fallo de seguridad a espías dentro del equipo de uno u otro gobernador, el hecho es que, en el camino que los políticos tomaban normalmente, nadie se preocupó en esconder las reuniones. Los gobernadores y sus séquitos llegaban espléndidamente... en limosinas. Había bastante cromo brillando en el aparcamiento de Nan Hua como para llamar la atención de alguien en Marte. Los japoneses de Guang Zhou no tuvieron, desde luego, ningún problema para localizar el emplazamiento de este secreto encuentro político. Por lo tanto, en un esfuerzo por destruir a tantos líderes civiles de un solo golpe, los japoneses enviaron al norte tres cazabombarderos para atacar el Monasterio de Nan Hua. Cuando los aviones comenzaron a bombardear y a destrozar a tiros el complejo del monasterio, Xu Yun ordenó inmediatamente a todos que se pusieran a cubierto y guardaran la calma. Envió a los gobernadores al Templo de los Seis Patriarcas y a los monjes al más grande Templo de Ming. El se fue tranquilamente al objetivo más obvio, la Sala de Meditación, para rezar por la seguridad de todos. En la primera pasada, uno de los dos hombres que estaban encargados de vigilar los coches de los gobernadores, fue asesinado. Había abandonado su puesto y se puso a cubierto en un gran tubo de cloaca que iba a ser utilizado en el proyecto de reconstrucción, y una de las bombas cayó sobre el tubo, matándole. Irónicamente, el otro guarda que permaneció en su puesto, en el visible cuartel de guardia, solamente salió herido. Otra bomba cayó silbando y se estrelló justo afuera de los muros del monasterio, destruyendo un gran cedro de Joshu y haciendo un agujero en el suelo que aún sigue allí hoy en día, lleno de agua, como un pequeño estanque. Pero entonces, después de que Xu Yun entrara en la Sala de Meditación y comenzara a rezar, ocurrió un milagro. Dos de los tres bombarderos chocaron entre ellos y cayeron sobre la Montaña Ma Ba. El avión restante regresó inmediatamente a su base de Guang Zhou. Naturalmente, el accidente aéreo fue acreditado al poder espiritual de Xu Yun. Todos lo chinos que lo conocían no dudaban acerca de esto; pero lo que es más importante, los japoneses por lo visto también comenzaron a creer. Con gobernadores o sin ellos, nunca más se intentó bombardear Nan Hua. Los japoneses intensificaron la guerra en el interior, y a finales de 1944 consiguieron finalmente tomar la ciudad de Shao Guan. Pero incluso entonces, a pesar de estar tan cerca de Nan Hua, no lo atacaron. Creíamos que temían al poder espiritual de Xu Yun. A pesar de la ocupación, nunca permitieron a sus soldados de ocupación perturbar la santidad del monasterio. Pero para regresar a mi historia - en 1940, Wei Yin, el hombre que un día sucedería a Xu Yun como abad del monasterio de Nan Hua, se hizo monje. Fue un honor para mí afeitarle la cabeza y darle su nombre de Wei Yin que significa, el Sello del Dharma de la Causa y Efecto. Su nombre secundario fue Zhi Gua que significa conocer el resultado. En otras palabras, determina la causa de una acción y su efecto y obtendrás los resultados esperados. Wei Yin permaneció en el Monasterio de Nan Hua para asistir a Xu Yun con las tareas adicionales de ayudar a las víctimas de la guerra. En ese mismo año, sabiendo del mal estado y desorden en el que había caído el una vez gran Monasterio de Yun Men, Xu Yun me envió allí para ayudar a restablecer el orden y supervisar la reconstrucción. Para esta tarea Xu Yun me elevó al rango de Maestro. Era necesario pasar por delante de muchos soldados japoneses durante mi caminata de dos días hasta el Monasterio de Yu Men. Pero de nuevo, la influencia de Xu Yun fue tan grande que se extendía incluso hasta mí, y ningún soldado osó interferir en mi viaje. Habiendo llegado sin incidentes, tomé residencia en Yun Men. En Da Xia Shan, el tercer gran monasterio de la zona de Shao Guan, no había problemas con los japoneses. La situación de este remoto monasterio desalentaba la actividad militar, y el Maestro Ben Wen podía mantener una paz y disciplina monástica. Permanecí en el Monasterio de Yun Men hasta 1944, cuando Xu Yun decidió establecer una Escuela Budista en Nan Hua, con el fin de enseñar el antiguo Código Monástico Vinaya a todos aquellos que se convertirían en monjes y monjas. Ahora podía comprender la meta de Xu Yun y su consejo de que permaneciera en la escuela. Mi grado de estudios me calificaba para supervisar la organización de esta nueva Escuela Vinaya y también para convertirme en uno de sus profesores. Ya que Xu Yun sentía la necesidad de proporcionar una buena educación a los niños, decidió crear también una escuela primaria en Nan Hua. Quería que esta escuela fuese una institución de primera clase y, en poco tiempo, estudiantes de muchas partes de China vinieron a Nan Hua para ser educados. Naturalmente, los padres ricos donaban dinero por la matrícula de sus hijos, los libros, el material escolar, y también por la habitación y la pensión. Pero Xu Yun creía que todos los niños, ricos o pobres, tenían derecho a la educación y por eso se permitía acceder a los niños pobres a esta escuela de primera, sin costo de ninguna clase. Xu Yun les proporcionaba libros, material escolar, y cualquier alimento o alojamiento que necesitaran. Yo observaba mis responsabilidades en la escuela como sagradas, y puse lo mejor de mí para cumplir mis obligaciones con gran devoción y esmero. Todo el que estaba asociado con la escuela sentía lo mismo que yo, y por todos nuestros incansables esfuerzos, la escuela ganó rápidamente su reputación de excelencia. Mientras el Maestro Wei Yin y yo residimos en Nan Hua, Xu Yun se fue a vivir al Templo de Yun Men para continuar la supervisión de su reconstrucción. Entonces la dirección de mi camino en el Dharma dio otro giro. Muchos chinos se trasladaron a Hawai, especialmente durante los años de guerra. Y aunque había muchos budistas chinos viviendo en Hawai, que por entonces solo era un territorio americano, no había templo budista ni tan siquiera sacerdotes que enseñaran y condujeran servicios. Estos chinos hawaianos mandaban repetidas delegaciones a Hong Kong pidiendo que se enviaran sacerdotes a Hawai para servir a la gente, y también para supervisar la construcción de un templo, pero Xu Yun estaba dedicado a la restauración del monasterio de Yun Men así que decidió enviarme a mí en su lugar. En 1949 completé la primera etapa de esta misión cuando llegué a Hong Kong e inicié los necesarios trámites de inmigración. No llegaría a Honolulu hasta 1956, Hawai se convirtió en estado en 1959; y nuestro templo, al que llamé Templo de Hsu Yun (Xu Yun), fue el primer templo budista de Hawai. No mucho después de haber llegado a Hong Kong en 1949, terminó la guerra civil china, y los comunistas tomaron el control del gobierno. Cuadros de desalmados comunistas, suponiendo que las iglesias y templos eran almacenes de oro escondido y otros valores, marcharon contra los indefensos edificios religiosos y pidieron que el clero les devolviera estos inexistentes tesoros. En 1951, mientras yo estaba en Hong Kong, un cuadro de estos crueles e inhumanos, fue al Monasterio de Yun Men y le pidieron a Xu Yun que les entregara el oro y valores del templo. Xu Yun intentó explicar que no había tales valores en el Monasterio de Yun Men. Pero no le quisieron creer y uno por uno, golpearon a los monjes en un esfuerzo por provocar la revelación del escondite del tesoro. De hecho, un monje fue golpeado hasta la muerte; varios monjes desaparecieron y sus cuerpos nunca fueron encontrados. Muchos sufrieron serias lesiones como brazos y costillas rotas. Durante los tres meses que estos desalmados ocuparon el monasterio, interrogaron y golpearon a Xu Yun con frecuencia, y más tarde lo tiraron en un pequeño cuarto oscuro durante días, negándole comida y agua. Fue golpeado muchas veces hasta perder el conocimiento y casi hasta la muerte. Pero a pesar de las numerosas lesiones internas y huesos rotos, este hombre que estaba en los noventa y tres años aguantaba, ejercitaba su enorme fuerza de voluntad y se negaba a abandonar la vida hasta que terminara su misión. Sabía que su presencia viva, aunque solo en un pequeño grado, estaba sirviendo para contener a los atacantes. También sabía que tanto tiempo como siguiera vivo, podía inspirar a sus seguidores; y en estos tiempos difíciles necesitaban toda la inspiración que pudieran obtener. Resolviendo que su voluntad por sobrevivir debía ser más fuerte que la voluntad de sus atacantes por destruirlo, Xu Yun, aunque frágil físicamente, fue indomable; y se recuperó a pesar de las torturas a las que había sido sometido. Aunque estos desalmados habían intentado mantener en secreto el trato que le estaban dando al hombre santo, pronto se extendieron noticias de su tortura por todo el mundo, y chinos de todo el globo se quejaron enérgicamente al gobierno de Pekín (Beijing). Era inconcebible que los invasores japoneses hubieran respetado al sacerdocio y a los monasterios, y sin embargo los militares chinos los violaran. Las autoridades de Pekín mandaron inmediatamente una delegación a Yun Men, pero como Xu Yun temía represalias rehusó cubrir ninguna querella formal. Tan pronto como hubo recuperado su fuerza hizo, sin embargo, un dificultoso viaje hasta Pekín y le pidió personalmente al gobierno que contuviera a esos cuadros. Insistió en que ordenaran que todas las órdenes religiosas fuesen respetadas, que el clero dejara de ser molestado, y que al pueblo chino se le permitiera practicar libremente la religión. Las autoridades, temiendo tal vez el poder de su entonces reputación legendaria, cedieron; y durante un tiempo, al menos durante los años que le restaban de vida a Xu Yun, la política del gobierno se volvió más tolerante hacia la religión. El gobierno no podía, sin embargo, tolerar más críticas de ninguna clase de fuentes exteriores, y por eso fueron cortadas todas las líneas de comunicación. En Hong Kong yo intenté desesperadamente obtener noticias acerca del destino de Xu Yun, pero fue imposible saber nada. Escribí numerosas cartas, pero ninguna recibió respuesta. Sin embargo, como es costumbre, continué enviándole a Xu Yun copias de todos los ensayos y artículos que había escrito sobre Budismo. En días más felices, de acuerdo a la tradición, hubiera recibido sus comentarios. Pero en estos días tristes, ninguno de mis envíos sería agradecido. Entonces, en 1952 escribí una disertación sobre el Sutra del Corazón que fue particularmente bien recibida. El gobierno de Pekín decidió permitir su publicación. Inmediatamente escribí al editor en Pekín expresando mi gran deseo de conocer la respuesta de mi maestro sobre la disertación. Milagrosamente, uno de los empleados de la oficina del editor decidió llevar personalmente la carta y la disertación a Xu Yun, y esperar su respuesta. Xu Yun leyó ambas, y luego le dijo al empleado que aprobaba la disertación y que me enviaba su bendición. Sus palabras me fueron retransmitidas; y esta comunicación indirecta fue la última que tuve con mi querido maestro. El 13 de octubre de 1959, a la edad de 101 años, el Maestro Xu Yun entró en el Nirvana final. Las noticias de su muerte me entristecieron más allá de lo que puede ser expresado. Públicamente, celebré servicios memoriales especiales y le escribí un epitafio; pero en privado, estaba abrumado por el dolor. Lloré durante días y no pude comer ni dormir. Sabía cuanto le debía. Sabía que en su sabiduría había prevenido la amenaza al Dharma de nuestro Budismo Chino, el Dharma de Hui Neng, Lin Ji y Han Shan. Él quería transplantar este Dharma a los Estados Unidos donde estaría seguro, y me dio el honor de hacerlo. Incluso, la forma en que murió Xu Yun también me hizo apreciar aún más, el poder de su gran corazón. Entendí claramente que él era capaz de trascender la existencia física y posponer su entrada al Nirvana final hasta que estuviera listo para hacer este último viaje... hasta que hubiera cumplido totalmente su sagrada obligación de utilizar su influencia para proteger a todos los sacerdotes de China. Otro sacerdote budista y yo, junto con muchos clérigos de muchas religiosas distintas, debemos nuestra vida a la devoción de Xu Yun por el Buda Amitabha, y a su inquebrantable convicción que esta Presencia Gloriosa vive en los corazones de todos los seres humanos. ¡Shanti. Shanti. Shanti. Amitofo! (Amitabha)
Enero de 1996
|
Última modificación:
December 03, 2004
| |