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 » Capítulo 8 - La Naturaleza Búdica y la Dinámica del Arquetipo
Ming Zhen Shakya
El Séptimo Mundo del Budismo Chan
por Ming Zhen Shakya

Traducido por < Rev. Yin Zhi Shakya, OHY


Capítulo 8 - La Naturaleza Búdica y la Dinámica del Arquetipo

Nunca debemos pensar que la felicidad consiste en algo exterior a nosotros mismos; ni que depende de alguien, o de un lugar o de cualquier cosa. El cielo y el infierno existen, y ellos existen aquí y ahora en nuestras mentes. Nosotros podemos vivir en un lugar u otro; y a menos, que hayamos sido decapitados, cargamos o llevamos nuestro cielo y nuestro infierno con nosotros dondequiera que vamos. El problema está siempre en la mente.

Las religiones son empresas que educan, civilizan, humanizan e iluminan. En sus bases o niveles de fundación, ellos toman grupos disímiles de salvajes intolerantes o xenófobos e imponen la unión y el orden sobre nosotros, nos guste o no. Los preceptos o el Decálogo es impuesto y nuestras urgencias instintivas son maniobradas o conducidas por promesas de premios o intimidaciones de castigos.

En su nivel superior, las religiones proveen las llamadas “escaleras místicas” por las cuales podemos salirnos del caos-mental que es el Samsara. Los peldaños son las éticas, la humildad, las metodologías para manejar la mente, y cualquier otro medio por el cual nosotros obtenemos energía directamente de la fuerza instintiva exterior y la redirigimos hacia nuestra vida interior, al servicio de nuestro Yo / Buda. Aunque la terminología varía el objetivo es idéntico en todas partes: la unión de nuestra alma individual en éxtasis con el Yo Divino. Conformarse y estar contento con algo menos que esto es satisfacerse con una simple subsistencia, es cultivar la tolerancia por algo absurdo.

Para los Budistas, el Infierno es la vida en el Samsara , el mundo que encontramos en los Seis Mundos del falso Chan, el mundo del ego . En el Samsara, todas las cosas están constantemente cambiando y siempre son condicionales. Nosotros necesitamos ser necesitados incluso por aquellos que no nos importa servir ; ser amados incluso por aquellos que excluimos ; ser admirados y respetados incluso por aquellos que sus opiniones consideramos que no valen la pena ; y todo esto mientras nos arrastramos sumisamente a los pies de los héroes a los cuales les importamos muy poco o nada parecido a la importancia que nosotros les damos a aquellos que requieren nuestra fidelidad y dedicación.

El Séptimo Mundo es el principio, el lugar donde estamos cuando despertamos y nos miramos objetivamente por primera vez, cuando estamos asidos por el impulso de cambiar, de transformarnos a nosotros mismo y transformar nuestro ambiente. Queremos ser libres de necesitar a las personas, a los lugares y a las cosas de este mundo. Los hemos tenido y ellos no nos han hecho felices. Necesitamos simplificar la existencia y encontrar en esa simplicidad, la paz, el goce, la verdad y la libertad.

Los mundos Octavo y Noveno de los Budas y Bodhisattvas constituyen los confines del Cielo de Tushita, los mundos del Matrimonio Divino, la Conjunciones Misteriosas o Unión de los Opuestos, ejemplo, la andrógena espiritual, y los mundos en los que el Hijo Divino es creado. Después de estos mundos nuestros, luchamos por lograr la renuncia completa, el virtuoso estado de vaciar el ego en el cual simplemente existimos en la vida de nuestro Yo Búdico – el Vacío del Décimo Mundo. Entramos en lo que en la fraseología moderna podría llamarse [Cypherspace] El Espacio Vacío: El Círculo Vacío de Zen.

En el Chan, la matriz o molde psíquico se llama Naturaleza Búdica, la Expresión o Apariencia Original, la Mente, o el Yo. Este Yo es el núcleo y la esencia de nuestro ser, todo al mismo tiempo en su totalidad y en esa parte de ella que es Divina. En las sociedades occidentales las personas se referían a esta divinidad como Dios. La Naturaleza Búdica se le puede por lo tanto describir como proporcionada por Dios, no es percibida como un ser supremo que existe externamente para el individuo, ya que ella existe en todos los otros seres individuales. Los hechos de una creación están simplemente fuera de nuestra área de interés espiritual, por lo menos en los niveles primarios de la vida espiritual.

El Budismo Chan es no - dualístico . Nosotros no creemos que hay un Dios y un hombre . Creemos que Dios está en el hombre. El Yo, entonces, puede ser visto como la diferencia entre un hombre dormido y un cadáver fresco. El Yo está presente en el hombre dormido. En el hombre muerto, no importa que recientemente ha muerto, no hay ‘Yo’. Un hombre muerto es una piedra. Y como no hay un señor de las piedras, no hay un señor de los muertos. (Se clama entusiasmadamente acerca de que encontrar la Naturaleza Búdica en las nubes, en los mosquitos, en las heces fecales de los perros, y en el núcleo atómico es una tontería panteísta, o algo sin sentido).

Es más, el Yo nunca juzga. El Yo, si está en el cuerpo de un criminal, no ve un criminal, o si está en el cuerpo de un santo, no ve un santo. Para nuestro Yo o Naturaleza Búdica no hay bien ni mal, no hay actitudes ejemplares o actitudes culpables, no hay acciones meritorias o acciones indignas. Esas determinaciones morales son para los humanos, en consideración a los contratos sociales, indirectos o expresados. El bien o el mal son distinciones o nominaciones sociales necesarias, pero ellos no tienen aplicaciones espirituales.

En el Chan, los muertos no tienen Naturaleza Búdica (y mucho más seguro no encuentran su egos renacidos en otros cuerpos) y los vivos no tiene a un Dios majestuoso que está en acecho del universo, planeando, creando, castigando, premiando o ignorando como le venga mejor a su voluntad insondable e impenetrable. El Reino de Dios está realmente dentro de nosotros; y el Reino de Dios, en su completa y total trascendencia y magnificencia es para los vivientes.

Es más, nosotros pensamos de nuestro Yo Búdico como un cordón o una arteria o una enredadera que nos conecta los unos con los otros de manera que todos vivamos una sola vida.

El Yo es también el principio organizador que regula nuestro cuerpo y provee para nuestro desarrollo. Él contiene la fórmula genética general que determina que seamos hombre y no zanahorias y la información genética específica que determina nuestras características individuales físicas y mentales o las tendencias para ellas.

El Yo está escondido para toda la información sensorial, incluyendo esa que conscientemente sabemos y la que es recibida subliminalmente. Debido a las preferencias evolutivas, la consciencia ha elevado el umbral humano de consciencia sensorial. Nosotros aislamos un objeto o suceso para estudiar y ajustar todo lo que consideramos extraño. Ya sea si estamos considerando algo para analizarlo racionalmente o simplemente soñando despierto acerca de él, en cualquier momento que nuestra atención está ocupada, muchos olores, sabores, sonidos, estímulos visuales y táctiles pasan desapercibidos a través del portar de la consciencia. Ellos son, sin embargo documentados en el cerebro inconsciente donde están y son accesibles al Yo.

El Yo es también el productor y director de nuestros sueños y visiones; y dado que la acumulación u origen de la información o data a su disposición es mucho más comprensible que disponible a la consciencia-ego, los sueños que produce pueden ser particularmente instructivos. Basados en la descripción de la psiquis de Jung, nosotros podemos construir un modelo rudimentario de ella [la psiquis]. En este modelo la mente es visualizada como una vasija que contiene tres capas de consciencia.

La vasija misma es el Yo en la que descansa el psiquis completo. En la parte de abajo de la vasija está el inconsciente colectivo que funciona como el deposito terrenal de nuestros instintos-semillas predestinados genéticamente; en la capa media está el inconsciente personal que contiene el banco de nuestra memoria; y en la capa superficial está la consciencia, el dominio del ego. El ego puede ser visto como un crecimiento exterior, una clase de brote central que crece y está hecho del propio material de la vasija.

Cada arquetipo crece en la inconsciencia personal hasta que la capa llega a tupirse como una compleja y densa vegetación de árboles. Por arriba de esta arboleda, y en medio de ella, está el árbol cuyas ramas y hojas constituyen el complejo de ideas y asociaciones, y que es la identidad individual o ego. Dos de estos árboles-arquetipos, la Persona y la Sombra, crecen alrededor del ego y en su posición exterior actúan como una mascara oscura, una visera protectora o unos lentes.

Normalmente, nosotros tenemos acceso solamente a los contenidos del inconsciente personal. Toda la información o data sensorial, incluso aquella en la que no tenemos la atención consciente enfocada, está guardada allí. Esta documentación se nos puede ceder u otorgar a voluntad, como cuando rescatamos la información a través del acto de recordad o el acto de la memoria, o involuntariamente, como cuando experimentamos sueños, mensajes subliminales u otras ideas o influencias asociativas.

Usando otra vez nuestro niño modelo, nosotros podemos decir que en su nacimiento el arquetipo de la semilla de la Madre ha emergido en el inconsciente personal, pero todavía no tiene hojas ni ramas. La fuerza instintiva debe ser transferida o proyectada sobre una persona especifica, una madre, que entonces supla las hojas de la información necesaria. Nuestro bebé experimenta dolor por el hambre y rápidamente aprende que es la madre quien calma ese dolor. La primera hoja del árbol de la Madre es la asociación de la Madre = el Alivio del Dolor. Si él tiene frío y la madre lo sostiene pegado a ella entre sus brazos, la hoja de la Madre = la Ternura y el Calor aparecerá en el árbol. Si él tiene miedo y la madre lo tranquiliza, él asociará a la Madre = Seguridad. Otra data sensual colmará o llenará el árbol de la madre. Él rápidamente aprenderá el patrón de su cara y la distinguirá de las otras caras. Él reconocerá el sonido de su voz y lo distinguirá de las otras voces. Si ella se perfuma el cuerpo con flores de mimosa, él no solamente reconoceré esa esencia sino que por años él asociara el perfume de las flores de mimosa, donde quiera que él las huela, con su madre. Si ella le canta alguna canción de cuna, él pensará de ambos, de ella y del sueño pacífico, cada vez que oiga esa melodía. Las memorias de la madre y los sentimientos de amor, orgullo, resentimiento, seguridad, celos y así sucesivamente, que esas memorias engendran, llenarán el árbol. Los contenidos dependerán no solamente de la calidad de los sucesos mismos sino en la calidad de sus percepciones de ellos y en su habilidad de entender, relacionar, integrar y responderles a ellos. Si hay un fluido innato o hereditario o presente en el nacimiento en su cerebro, o si de otra forma él está impedido por un daño o malnutrición, la primavera nunca llegará al árbol de la madre. El proceso de llenar el árbol de hojas, entonces, constituye un complejo de ideas, memorias y asociaciones que se adhieren a cada estructura de arquetipo, dándole sus características peculiares. A través de sus muchas capas entre los niveles de consciencia que sirven de punto de interacción entre ellas, ese complejo transfiere su data, y consecuentemente influencia al ego para que esté de acuerdo y obedezca la función instintiva.

Todas las proyecciones de los arquetipos o vínculos producen en el proyector un deseo de estar en la misma posición del recipiente. Ya sea que un individuo se proyecte sobre su mejor amigo, sobre un amante, un héroe o incluso sobre un enemigo, él encontrará a esa persona fascinadora y será motivado a observarlo más de cerca. Cada uno de sus encuentros le dará a él la información y las impresiones que llenará el árbol del arquetipo respectivo.

La madre, sin embargo, será el primer árbol central y dominante. No solamente están todas las experiencias de los Bebés en alguna forma relacionadas con ella, sino que durante los primeros años formativos de su vida, el ego del Bebé está insuficientemente desarrollado para categorizar o evaluar conscientemente la data de las provisiones de la madre. Donde otros escriben y son leídos, las madres esculpen secretamente en clave.

A medida que el complejo de asociaciones maternales continua creciendo, nuestro Niño simultáneamente desarrolla su propio ego. A medida que él gana el control de sus pensamientos, él aprende como manipular la madre para que le provea lo que él considera placentero y para que le elimine lo que considera no-placentero. Él logra un repertorio de señales que hará que ella reaccione puntual y rápidamente. Las sonrisas pueden ser gratificadas con un abrazo. Las lágrimas pueden traer caramelos. La madre puede premiar la eficiencia, el talento, la cortesía, o la calma obediente. Él trata muchas estrategias y pronto aprende cual es la que produce la mayor retribución de juguetes, atención y posición o condición (estatus quo).

Problemas

La habilidad de una persona para tener y sostener relaciones exitosamente puede ser severamente comprometida cada vez que los complejos se contaminan unos a otros o cuando uno de ellos, llega a ser tan inmenso que invade el dominio de la consciencia.

Una madre que se inmiscuye mucho y por largo tiempo en la vida de su hijo, puede causar tantas asociaciones para agruparse alrededor de los complejos de la Madre, que su volumen engrandecido de asociaciones presiona para penetrar la consciencia del niño, erradicando su sentido del yo. Él niño movido extrañamente por las actitudes maternales, llega a ser un reflejo mental de su madre.

Pueden surgir problemas más serios. Persistentes abusos o negligencias causan que el Enemigo Sombra se infiltre en el Complejo de la Madre, el niño puede llegar a ser, al final, un candidato para la misoginia (aversión a las mujeres).

Una persona puede crecer tanto, que sofoque al ego, limitando así su desarrollo. En público, el individuo parece llevar una vida ricamente detallada y estructurada. En privado, él, frecuentemente es inmaduro, desorganizado, e involucrado en nada que no sea el interés de su propia persona.

El Enemigo Sombra es un arquetipo particularmente problemático. La sombra nunca tiene problemas para encontrar un blanco para su proyección: ella tratará de trasmitirse a sí misma sobre cualquiera que se encuentre dentro de su alcance. El viejo adagio, ‘la familiaridad es la madre del menosprecio’, de hecho, aplica a esa asociación cercana que hace de alguien una pantalla conveniente para su proyección. Guarda la distancia, ya que es difícil encontrar una grieta en la armadura de una persona, pero con el acercamiento, los errores llegan a ser visibles y la sombra es fácilmente capaz de penetrar e infestar. Ella sabrá por lo que busca, ya que ha sido suministrada con los detalles de vulnerabilidad por la conducta culpable de la propia reserva del proyector.

La Proyección

Nadie entiende con absoluta certeza el mecanismo de imprimir, esa misteriosa manera en la que los detalles específicos de la cara y la forma son gravados en la superficie dúctil de un arquetipo original. No sabemos por qué un gansito piensa que la primera criatura que ve después de salir del huevo es su madre, ya sea esa criatura, la gansa responsable, el jardinero, el científico de laboratorio, o el perro de vecino. No sabemos por qué un pollito correrá por protección la primera vez que él ve la sombra de un gavilán pollero moviéndose a través de la granja. No entendemos realmente por qué algunas personas nos son atractivas y otras nos son repelentes. Algo en la apariencia de un extraño señala una familiaridad compatible o incompatible y nosotros observamos el mensaje. “Es mi tipo”. “No es mi tipo”. Parece, algunas veces, como que una hornada de galletitas de ornamentación con figuras de hombres / dioses estuviera almacenada en nuestro cerebro durante nuestra existencia prenatal; y entonces, durante nuestros primeros años formativos, varias personas que estaban cerca de nosotros en el tiempo preciso cautelosamente lo llevan a la panadería del Olimpo, decorando las imágenes divinas de las galletitas con ojos de pasitas, y con nariz, sonrisa y expresión facial de caramelo, todo para satisfacer o acomodar su propia semejanza.

Tomemos el caso de Fulano De Tal, un hombre de negocio de treinta y cinco años de edad, moderadamente exitoso. Imagínense en adición, que aunque divorciado después de un matrimonio catastrófico del cual nació un hijo – el problema inesperado del contrato nupcial – él es socialmente aceptable y está disponible.

Fulano De Tal tiene un problema. Para comenzar, sus relaciones con las mujeres, nunca muy meticulosas, siempre parecen transformarse en agrias y difíciles de tragar. Él no recuerda conscientemente que cuando niño, buscando una autentica comodidad y una comida refrescante en el calorcito alrededor del pecho de su madre, él una vez percibió una cara adorable cuyos rasgos estaban en ese mismo momento proveyéndole la interpretación y representación arquitectónica, el plan y las especificaciones, de la construcción de la muchacha de sus sueños. Esa cara estaba ahora grabada en su ánima, y un día, años después, cuando las propias hormonas se desarrollaron, él buscaría por esa cara entre las cientos de caras de mujeres que él veía diariamente. Identificada por el diseño químico, él reconocería la muchacha de sus sueños. Su cara, al igual que ese dulce prototipo maternal estaría enmarcada con crespos rojos ensortijados y suaves, sus ojos serían azules como cielo claro, su nariz, un trabajo elegante y refinado que se escurriría en sus costados cuando ella se riera; y se reiría frecuentemente. Si, el gran amor de su vida sería, este tipo incontrolablemente energético y naturalmente, ella sería generosa, gentil, casta, leal, dependiente, inteligente, ingeniosa, honesta, amorosa, graciosa, y humorística, como Mamá querida había sido durante sus maravillosos años de tolerancia y comprensión.

Treinta y cinco años después, ¿quién sospecharía que esa vieja desaliñada que volteo su tarjeta del Día de las Madres para comprobar su precio antes de leerla, cuya piel tiene la textura de una iguana, que fuma tabaco negro y que está adicta al Bingo, que chismea incesantemente y divide toda la humanidad en una colección de minorías despreciables, que ni una sola vez ha votado por un candidato, y que ha alistado para un concurso a su mascota, un violento perrito callejero, para obtener el premio del ‘El Mejor Perro Ovejero de la Villa’, él cual, babeando siente que es un castigo el tener que besarla de la forma que nunca un humano lo ha hecho, era esa misma benefactora adorable de su infancia? ¿Quién habría recordado que su pelo ahora teñido de negro había sido alguna vez pintado de un rojo brillante? Ciertamente, no Fulano De Tal.

Y en el transcurso de esos treinta cinco años, aunque él ha estado en contacto con muchas mujeres, no ha estado satisfecho con ninguna de ellas, porque incluso, ninguna se aproxima a las especificaciones de su muchacha ideal. Usualmente se culpa a sí mismo de su karma. Pero la culpa no es una cura o solución. Sus relaciones todavía tienen la tendencia a ser agrias.

Ese Fulano De Tal, no apreciaba cuantas muchas circunstancias y necesidades contribuyeron para mezclar esos ajustes enfermizos, ‘para parear un par de medias viejas’. Él no entendía como los sucesos casuales y fortuitos nos empuja a encontrarnos, y como la soledad o el miedo de que nuestros compañeros de grupo al avanzar nos dejen atrás, nos fuerza a actuar para ajustar nuestro criterio, y para hacer eso o aquello, para adaptarnos. (Si queremos continuar el juego, no podemos seguir ‘pasando’. Tarde o temprano tenemos que jugar la mano que se nos ha asignado.) En la búsqueda de Fulano por la muchacha de sus sueños, ha habido una deficiencia dificultosa de candidatos. Él ha llegado a la edad, en un pueblo de la frontera de Texas, en la cual, las pelirrojas no forman parte de un porcentaje notable de cabezas disponibles.

Y entonces, un día, almorzando con un compañero de negocios, tiene la oportunidad de ver, sentada cerca, una criatura increíble, una joven con crespos rojos, ojos azules como el cielo, y una nariz refinada que se escurre en sus costados cada vez que ella se ríe. Fulano De Tal está fascinado – la primera etapa de su proyección. Una y otra vez él encuentra su mirada dirigida hacia ella. Él busca sus dedos. Ella no usa anillo. Ella lo mira y sonríe ligeramente antes de marcharse. Él está intrigado. El cazador se despierta en su pecho. Más tarde, muy espontáneamente, él altera su horario para el siguiente día: coincidentemente él se encontrará en el vecindario del restaurante a la hora de almuerzo.

Ahora, en su persecución delirante, el cazador se apodera del mando. Fulano De Tal debe descubrir el nombre y la dirección. La sigue en el estacionamiento de carro y obtiene su número de licencia. Después le sigue la pista hasta la oficina. Más tarde, hará un recorrido por su vecindario y preparará un encuentro accidental. “Por Dios, ¿nos conocemos de antes?” Entablan una conversación y con la rapidez del triunfo, ni Cesar podría haber obtenido mejor su número de teléfono. Con las palmas de las manos sudando, la llama y la convida a cenar. Ella acepta. Él planea su campaña con un cuidado meticuloso. Y como dijo Julio Cesar, “Vine. Vi. Vencí” en otras palabras, “Llegué. Miré. Conquisté.

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Última modificación: December 03, 2004
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