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 » Capítulo 14 - Correcta Acción
Ming Zhen Shakya
El Séptimo Mundo del Budismo Chan
por Ming Zhen Shakya

Traducido al Español por Shi Chuan Fa
Edición en Español revisada por la < Rev. Yin Zhi Shakya, OHY


Capítulo 14 - Correcta Acción

Cuarto Paso del Camino

    Fácil es ver los fallos de los demás, pero los propios son difíciles de percibir.
    Uno aventa, como la paja, los fallos de los demás,
    pero esconde los propios como el cazador cubre su cuerpo con ramas y hojas.
     
        - El Buda (Dhammapada: XVII, 252)
          (Prensa de la Universidad Teosófica)

De principio debe ser entendido que los preceptos dados más adelante son para los laicos comunes, no afiliados. Las reglas cambiarán entre las diferentes congregaciones. Con cierta prudencia, cuando alguien se une a un grupo particular debe obedecer la interpretación de los Preceptos que el grupo ha convenido. Las normas para los monjes, las monjas y los sacerdotes de ambos sexos son invariablemente más estrictas.

El compromiso de obedecer los cinco mandamientos Budistas, los Cinco Preceptos, es hecho por todo aquel que se une de forma oficial a la religión. Actuar correctamente no incluye solamente seguir estos preceptos básicos sino también otras reglas de conducta obvias.

Los Cinco Preceptos nos obligan a abstenernos de:

1. Agresiones, especialmente las agresiones violentas, contra los demás
2. Palabras o actos deshonestos
3. Actividad sexual ilícita
4. Robo
5. El uso habitual, de la dependencia, o de la embriaguez con sustancias que alteren la mente.

Primero una advertencia. Debido, quizás, al permiso concedido por el Buda en la versión popular de sus declaraciones en el lecho de muerte, muchas instituciones budistas han visto adecuado realizar unos pocos ajustes en los preceptos 'menores'. En lo que algunos críticos han llamado el 'Canon del Canabís/ Coito', algunos centros Zen estadounidenses han escogido ignorar las prohibiciones contra las sustancias que alteran la mente y las relaciones sexuales ilícitas.

Aquí presentamos, por ejemplo, una lista de los preceptos tal cual se da en un centro Zen estadounidense.

1. No matar
2. No robar
3. No ser codicioso
4. No decir mentiras
5. No ser ignorante
6. No hablar sobre los errores o faltas de los demás
7. No elevarse a uno mismo y culpar a los demás
8. No ser tacaño
9. No ser colérico
10. No hablar mal de los Tres Tesoros (El Buda, el Camino, y el Clero.)

¿Qué sucede con el sexo y las drogas? Recorremos la lista en vano. Omisiones como esta, son diseñadas para hacer que el Budismo resulte menos intimidante a los principiantes. Esto no lo conseguirá.

El Pentálogo que recoge las bases éticas de nuestra religión nos pide que realicemos acciones serias y constructivas para cumplir con todos los preceptos.

1. Agresiones violentas

Siguiendo la ley de la tierra, podemos tomar medidas razonables para defendernos a nosotros mismos o a otros que se encuentran indefensos, como niños, ancianos y débiles, especialmente si estos se encuentran a nuestro cuidado. (Aceptar la responsabilidad de la tutela requiere del tutor que defienda a aquellos que le son confiados.) Si una amenaza en contra nuestra la podemos percibir claramente como mortal, podemos matar. Lo que no podemos hacer es cometer una agresión o un asesinato... sea del grado que sea.

Una persona que cumple con el mandamiento de la no-violencia hasta el extremo de rehusar a defenderse ella misma, demuestra claramente una exaltada espiritualidad; pero esta pasividad no es obligada ni, considerando la escasez de tales santos, deseada. Las personas que eligen proteger sus vidas contra ataques no provocados no deben ser criticadas por sus acciones.

Por alguna razón el derecho a la defensa propia es difícil de aceptar para muchos elitistas espirituales. El primer precepto no confiere una dispensa para el servicio militar. Tenemos derecho a defendernos a nosotros mismos, pero estamos obligados a defender a nuestro país.

A no ser que estemos tratando con el canibalismo o con el asesinato de alguna criatura que posiblemente pueda rezar, no debería extenderse la idea de la no-violencia a las fuentes de alimento. Allí, no-violencia significa no-crueldad. Los animales, ya sean o no fuentes de alimento, deben ser tratados humanamente.

Muchos budistas en todo el mundo comen carne o pescado, y nadie puede tener una hamburguesa o un sándwich de atún sin que algo haya sido asesinado. Los seres humanos han evolucionado como comedores de carne y pescado, y no hay ninguna falta en una dieta como esta. Los vegetarianos modernos, sin embargo, en sus benévolos caminos son a veces aficionados a considerar a los comedores de carne como asesinos de sangre fría.

Sin embargo, los vegetarianos necesitan grandes porciones de terreno para cultivar su comida, y muchos animales pueden ser asesinados o pueden morir de hambre cuando su hábitat es destruido por el arado o la destrucción de los bosques. Se utilizan muchos insecticidas para cultivar las frutas y los vegetales; y los insecticidas, por definición, matan cosas vivas.

Aunque una dieta vegetariana bien equilibrada es sin duda preferible, el hombre Chan come cualquier comida que sea buena para él y cualquier comida que pueda pagar, y lo hace sin criticar a los demás. En muchos países budistas la carne de perro está considerada como una buena comida. El pensamiento de un perro asándose en el horno de alguien nos puede poner enfermos y/o tristes, no obstante estamos obligados a respetar las preferencias culinarias de otras gentes aún cuando declinemos sus invitaciones para cenar.

El mandamiento de ser no violentos también comprende el abuso sobre los miembros familiares y se extiende para cubrir los abusos domésticos de los demás. Cuando somos testigos o sabemos por algún otro medio que alguien está maltratando a sus hijos, debemos denunciar el delito a la policía. El abusador puede estar emocionalmente enfermo y en necesidad de un importante tratamiento psiquiátrico; pero sus necesidades psicológicas deben esperar hasta que comparezca ante la justicia.

Hubo un tiempo en que los sacerdotes de todas las religiones asumían un rol judicial en los problemas domésticos de sus feligreses. Los sacerdotes eran discretos y sus consejos sabios; no obstante, especialmente cuando está implicado el abuso de un niño, los días de las intervenciones religiosas privadas han terminado. La autoridad eclesiástica no puede sustituir a la autoridad civil.

Igualmente los sacerdotes budistas que cometen actos de abuso de niños, ya sea abuso sexual o agresión física, no se someten a los mismos castigos internos de antaño. Los abusos cometidos por los clérigos no son diferentes a los abusos cometidos por los laicos. El abad de un monasterio no puede imponer un castigo por su cuenta, o negociar un acuerdo a la petición de las víctimas, sin que el problema se le haya adjudicado de manera formal.

Demasiado a menudo se les pide a los miembros de una congregación que sustenten a sus inofensivos sacerdotes en casos de conducta impropia. Fíjense que el último elemento de la lista de diez preceptos dada con anterioridad estipula que el devoto budista hace la promesa de "no hablar mal del clero". Cuando un sacerdote comete un "mal" acto, en la mayoría de los casos la ley nos pide que "hablemos mal del sacerdote" en la comisaría o en el juzgado. El décimo precepto como apareció anteriormente es una regla que sirve a los intereses de la Sangha. No es un precepto válido y nadie debería prometer mantenerlo.

2. Palabras o actos deshonestos

Esto engloba todas las formas de distorsión, de mentira, de halago interesado, y el ser hipócrita o tener dos rostros o caras.

Habitualmente los vendedores tienen dificultades con este precepto. No saben dónde colocar la línea entre el adorno y el embaucamiento. Una persona que se encuentre en el Camino debería tratar de imponerse reglas más estrictas que las que existen en las leyes de protección del consumidor. Debería ponerse siempre en el lugar del cliente; y si comprara lo que está vendiendo al precio al que lo vende - dejando a un lado, por supuesto, las ventajas que obtiene al ser mayorista - entonces puede proceder en buena conciencia. Si se gana la vida engañando a la gente, entonces está rompiendo la regla y necesita encontrar un nuevo trabajo.

Para la mayoría de encuentros sociales, un principio a aplicar con el segundo precepto es: "Si no puedes decir la verdad entonces mantén cerrada la boca." Normalmente no tenemos problemas con este mandamiento si operamos desde la base del no-deseo. Cuando dejamos de intentar satisfacer a nuestros egos, dejamos de tener que ser deshonestos.

Las mentiras piadosas preservan la paz, y solo un mentecato oficioso o una sádico le dice a una persona gorda que aparenta serlo. Las mentiras piadosas son totalmente inocentes. No se busca ninguna ventaja y no hay dinero que cambie de manos.

Un asunto por completo diferente es mentir por una "buena causa". Las instituciones religiosas, por ejemplo, suscriben la sentencia de que cuando las ovejas deben ser trasquiladas ningún método es malo. Los sacerdotes o laicos voluntarios recurrirán desvergonzadamente a una lista de tácticas para provocar lágrimas o abrir las carteras. El engaño se disculpa porque el dinero se gasta en algún proyecto de construcción o bien los beneficios se extienden a todo el organismo religioso - o eso pueden creer los recaudadores de fondos.

A veces, con el pretexto de "conocer" a un nuevo miembro de la congregación, se obtiene información sobre la ocupación de éste y de sus recursos financieros. Si el miembro es rico o está en una posición aventajada, digamos que es un contratista de material para la construcción de techos, cuando hace falta un nuevo techo, este es elegido para recibir un camelo eclesiástico. Cualquiera que participe en esta clase de embaucamiento está violando el segundo precepto.

No podemos sacar de nadie una promesa de confidencialidad y después exponer a esa persona nuestros actos criminales. Así mismo, no podemos prometer confidencialidad como prerrequisito para escuchar las fechorías de alguien. No nos convertimos en budistas para actuar como el confesor o el cómplice de otro. No tenemos derecho de comprometer a otros así como no tenemos la obligación de dejar que otros nos comprometan. Por otra parte, si alguien nos revela cierta historia personal no criminal, estamos comprometidos a guardar sus secretos ya se lo hayamos prometido explícitamente o no.

3. Actividad sexual ilícita

De nuevo, siguiendo la ley de la tierra, no mantenemos relaciones sexuales con menores o con adultos con los que no deberíamos. Tampoco nos complacemos con el cónyuge de algún otro sin importar lo entusiasta que este se muestre con nosotros. Ni tampoco nos complaceremos, si estamos casados, con alguien que no sea nuestro cónyuge. No, significa no.

¿Significa esto que podemos seducir, manteniendo la distancia, a aquellas personas con las cuáles tenemos prohibido el contacto? ¿Podemos coquetear o tentar o sugerir? No, no podemos. Especialmente cuando hay menores de por medio, no podemos de forma alguna presentar, por palabras o hechos, ninguna posibilidad sexual.

Cuando hemos excluido absolutamente cualquier contacto sexual ya sea con niños o con menores de dieciocho años y gente casada de cualquier edad, somos libres de jugar con cualquier adulto siempre que nos dé su consentimiento y sea legal y moral. Esto debería ser suficiente.

Con relación a la homosexualidad, todos los estados tienen sus propias leyes, y los hombres y mujeres prudentes nunca son cogidos rompiéndolas. Este es un asunto emocional enconoso y personalmente hablando, no sé por qué debería serlo. Muchos homosexuales nacen de esa manera y podemos preguntamos cómo un Dios honesto justifica la creación de una persona que prefiere su propio sexo, solo para condenarla por su preferencia. Sabiendo lo que sabemos acerca del karma, deberíamos comprender que una persona que, por circunstancias, ha sido conducida a preferir su propio sexo puede así mismo ser hecha responsable de la ejecución inofensiva de su elección.

Los homosexuales están sujetos a las mismas leyes que prohíben el contacto sexual con menores y gente casada. No pueden alardear de su sexualidad o intentar seducir a jóvenes o a personas casadas considerando posibilidades de contacto sexual.

Una persona no puede madurar sin conocer el amor humano. O amamos o nos volvemos un poco locos con la soledad. Todos hemos visto al mutilado espiritual que, habiendo sido introducido en su religión en la adolescencia, envejeció solo sin la experiencia humana del amor sexual compartido. Estos son la peor clase de sacerdotes o vecinos. Un homosexual maduro es una persona madura, mientras que una persona que ha visto brutalmente reprimida su necesidad de experimentar una profunda y permanente relación sexual, tiende a convertirse en un tonto piadoso.

Debería permitirse a los tontos piadosos hacer cualquier cosa siempre que prueben, por supuesto, que son adultos libres de hacerlo.

4. Robo

Esta categoría incluye el fraude, la estafa, el utilizar para beneficio propio bienes y servicios a los que no tenemos derecho, y otros actos similares.

La clase de personas que violan este precepto no se ven limitadas a los ladrones de casas, los asaltantes y los recaudadores de fondos de los templos.

En la religión nos encontramos frecuentemente con negocios o profesionales que siguen un código del 'fin justifica los medios'. Estafan o realizan cualquier otro acto de abuso financiero a sus empleados o clientes, y después donan parte de los beneficios de estas transacciones a un templo. Racionalizando sus acciones, creen que si no se aprovecharan de esa manera no podrían realizar esas buenas obras. No podemos desarrollar el personaje de un filántropo para disfrazar una simple avaricia egoísta. No podemos tomar aquello que no hemos recibido o ganado honestamente.

A veces en un ataque de entusiasmo religioso donamos el dinero que es necesario para el mantenimiento de la familia y consiguientemente, ponemos la carga de nuestra dadivosidad sobre los hombros de los dependientes. Para que podamos tomar orgullosamente nuestro lugar entre los justos, nos imponemos el voto de pobreza o llamamos a la generosidad a aquellos miembros familiares que no participan en la recompensa espiritual de nuestras decisiones. Esto constituye una forma de robo, especialmente si tenemos en cuenta que normalmente lo más que robamos es el respeto de nuestra familia por el Budismo. Inevitablemente se ven resentidos hacia nuestra religión y le dan la espalda. ¿Y quién puede culparles?

Un hombre de cuarenta años que se esfuerza en pos de la simplicidad no puede desviar a la caridad los fondos para ropa de su familia, obligando a su mujer e hijos a vestir la vieja pero aprovechable ropa del sencillo creyente. Para todos los adolescentes y no pocas esposas es más importante el que un abrigo esté a la moda que el que sea caliente.

5. Intoxicación

Exceptuando una fiesta ocasional, no se permite el uso de intoxicantes y otras sustancias que alteren la mente. Y ya se trate o no de una fiesta, nunca se puede beber y conducir. Esto también significa no sentarse y emborracharse llegando a la conclusión de que la reunión de un par de amigos ya es bastante como para hablar de fiesta. No dependemos de pastillas para dormir para pasar la noche o de tranquilizantes, nicotina u otros estimulantes para mantenernos durante el día.

La salvación nos libera de la dependencia química y cualquiera que tenga un problema con la dependencia es bien aconsejado a trabajar en su salvación.

Estos son los Cinco Preceptos. Además de observarlos, debemos realizar acciones que estén en consonancia con las metas de la madurez espiritual. No es suficiente con preocuparse por los obstáculos que nos encontramos en el Camino. No podemos crear obstáculos para los demás. Por lo tanto, realizamos acciones para elevar nuestro sentido de responsabilidad personal.

No le echamos una mano a las posesiones de los demás diciéndonos que el propietario no se enterará o que el propietario, en el transcurso de alguna transacción previa pendiente, ha perdido alguno de sus derechos de propiedad. ("Cogió mis galletas antes de que yo me quedara con su refresco.")

No cogemos cosas y las dejamos por ahí para que otros las recojan. No comemos y nos vamos para que otros limpien la mesa.

Si pedimos algo prestado, no lo devolvemos roto. Si tenemos una deuda, la pagamos por entero. Si sentimos que nos han engañado en alguna transacción económica, dejamos que sean los juzgados los que se encarguen del problema. No nos limitamos a no pagar y dejarlo estar.

Si tenemos una cita, acudimos a ella. Si hacemos una promesa, la cumplimos. Llegamos a las citas puntualmente y mantenemos con exactitud las promesas; y, sin importar lo inconveniente que resulte mantener nuestra palabra, no nos quejamos de ello.

Concedemos respeto a los demás por sus contribuciones al bien público, pero aunque no sea más que por el hecho de no levantar envidias, nos guardamos de comentar nuestras propias contribuciones.

No decimos chismes sobre la gente, pero testificamos cuando somos llamados a hacerlo.

Un individuo maduro no crea ira ni lujuria ni ninguna otra emoción negativa en los corazones de aquellos que le rodean. La Correcta Acción requiere que en todo lo que hagamos tomemos en consideración los efectos que nuestras acciones tendrán sobre los demás.

Existe una aproximación práctica a la ética que no debemos pasar por alto. La gente se pregunta a menudo por qué, a la luz del karma y de la necesidad de no ser críticos, debemos preocuparnos intentando comportarse como es debido. A veces la respuesta más simple es, que nadie sabe cuándo golpeará el rayo de la Iluminación o cuándo sentiremos el impulso de cambiar, de encontrar soluciones espirituales a nuestra vida. Si nuestro momento para la Iluminación está programado para el jueves, entonces, si mantenemos las leyes sobre la moralidad sexual, no seremos disparados por un cónyuge airado el miércoles por la noche. O si estamos destinados a que nos atrape el deseo de reforma el martes, entonces, si mantenemos la ley sobre la no-intoxicación, no precipitaremos nuestro coche por un acantilado en un embotamiento etílico el lunes por la noche.

En resumen, aquel que es moralmente imprudente a menudo no sobrevive lo suficiente como para alcanzar la Iluminación.



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Última modificación: December 03, 2004
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