| |||
Reflexiones Sobre la Guerra
por Ming Zhen Shakya
Traducción al Español por: Gabriel Cabrera Méndez desde Mérida (Badajoz), España. Traducción presentada el 6 de marzo de 2003 "Mi patria, que pueda siempre actuar correctamente; pero ante todo, correcta o incorrecta, es mi patria." El héroe de la marina Stephen Decatur, proponiendo un brindis en honor a la política extranjera norteamericana, resumió los sentimientos de sus compatriotas. Nadie conoce el futuro - algunas políticas gubernamentales aciertan en sus estrategias y otras fracasan, pero nuestra lealtad a la Unión se mantiene intacta. Probablemente porque nunca nos hemos referido a EE.UU. como la Madre Patria, tenemos un extraño sentido de orfandad - esa falta de lazos sanguíneos, nos permite compartir responsabilidades políticas: Ésta es nuestra nación - con sus logros y sus fracasos -, el dólar se postra a los pies de los electores y nosotros somos los electores. Es eso 'por' lo que trabajamos y 'para' lo que trabajamos, y a pesar de todas las disparidades, nos ha convertido en la democracia más antigua de la historia del mundo. Existe una madurez ligada a la democracia; una renuencia para asumir que los ciudadanos deben ser informados de todas las noticias y actividades militares; pero también comprendemos la necesidad de mantener su secreto, dado que algunas veces un traidor ha surgido causándonos dolor con sus mentiras, engaño y fraude; y esa facilidad para su traición nos ha traído la muerte y el detrimento a nosotros y a nuestros aliados. La confianza en el liderazgo es lo que cuenta; la confianza y el conocimiento de que cuando todos los hechos son conocidos, el sistema de verificaciones y equilibrios entra en funciones, y entonces podemos remover de su puesto a cualquiera cuyos motivos sean 'menos que honorables'. Los errores honestos pueden o no ser olvidados - así lo verá el político a la hora de su reelección o a la de rendir cuentas. Este amor que sentimos por nuestra tierra está patentado: una persona nacida en suelo norteamericano no tiene garantizado su reconocimiento como ciudadano, lo posee automáticamente. Lo es porque tomó su primera bocanada de aire en lo que consideramos tierra sagrada. Esto puede sonar cursi, pero es un argumento al que nadie se puede oponer. A excepción de otros países de habla inglesa, con los que compartimos algo más que una misma lengua, los norteamericanos no cambiamos nacionalidades. A pesar de que nadie nos prohíbe abandonar nuestra tierra, somos un país de inmigrantes, no de emigrantes. Tenemos nuestra parte de resentimiento por esos 'Jóvenes Remitentes' - hijos o hijas que en otros países reciben la ayuda del 'cheque bancario' de 'Papi' que provee su recibo a través del servicio postal; mientras el padre esté más lejos, mejor... Incluso tenemos un número de fugitivos expatriados que gravitan de país en país con los cuales no tenemos tratados de extradición. Simplemente somos norteamericanos de clase media, y el norteamericano de clase media no tiene intención de ser nada más. Al igual que ocurre en otras naciones, a nosotros también nos hacen gracia los chistes étnicos. Oscar Wilde, por ejemplo, sacó provecho de los chistes 'yanquis' tras su visita a nuestra nación, y nos reímos con él cuando decía: "América fue descubierta mucho antes de Colón, lo que pasa es que se lo callaron", y "Cuando un buen norteamericano muere, se marcha a París". No hay maldad en todo ello. Y nosotros también tenemos nuestros propios chistes étnicos, de razas y de religión, los cuales, aunque afortunadamente están fuera de moda, se cuentan de vez en cuando. Normalmente, los chistes se cuentan contra alguien: "¿Sabes ese del irlandés y el rabí?..." Estos son chistes que se hacen en confianza y que no suelen contarse en presencia de alguien perteneciente al grupo vinculado, porque cuando se trata de nacionalidades y religiones, el humorismo es riesgoso... Y esto es lo que más nos sorprende, ver como somos ofendidos por extranjeros que no entienden nuestra diversidad o por quienes piensan que dirigen sus insultos a aquellos de nosotros, descendientes de sus antiguos enemigos, o los que asumen que tienen el derecho de decir lo que les plazca. Tan sólo consideran importante que el balance los pagos esté a su favor y que los dólares de los turistas americanos se gasten en sus hoteles y lugares de recreo. Así que, una vez más, sobre la situación iraquí, diremos que repentinamente se ha abierto la temporada para cebarse con los americanos. En ocasiones, de buena gana no aguantamos a los tontos, y últimamente estamos comenzando a no pasarlos... en absoluto. Algo le ha ocurrido a la característica mental nacional después del 11 de septiembre, solíamos continuar con nuestra vida cotidiana y recordar nuestras maneras, a la vez que escuchábamos las inútiles críticas a los EE.UU., pero eso ya no es así. La primera vez que advertí ese cambio fue cuando el presentador canadiense, del informativo nocturno de la American Broadcasting Company, Peter Jennings, presentó una gala internacional celebrando la víspera del año Nuevo - 2001-2002. Fue un tanto torpe... fue desmoralizante la estrategia de llevar al programa 'juerguistas' de las variadas zonas de tiempo en la tierra en un programa en directo. Pudimos escuchar condolencias a propósito del 11 de septiembre, así como muy buenas predicciones, y Jennings habló en directo con Japón, con un señor de la televisión. Esa ocurrencia oportuna nunca debió materializarse en ninguna parte a través de la televisión. El hombre aprovechó para castigar: "vosotros, los norteamericanos, acabáis de daos cuenta que no sois tanto como creéis". Continuó con su improvisada diatriba invectiva hasta que Jennings, agradeció sus impresiones y dirigió la conexión a otro país. Pero aquellos de nosotros que vimos el programa, resucitamos antiguas y nada agradables imágenes de Japón. La Unidad 731 regresó a nuestras mentes. (Traten de hacer una investigación sobre eso si tienen estomago para hacerlo). Vietnamitas-norteamericanos recordaron como sus refugiados fueron no aceptados y por lo tanto regresados de las playas japonesas por ser "de una raza inferior" y nunca serían aceptados por el pueblo japonés. El enfado permaneció aún presente cuando un incidente naval guió por error a comparar la responsabilidad nacional. Durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses desarrollaron el arma globo aerostático que subía hasta la atmósfera y transportaba bombas a través del Pacífico. Una de ellas, por cierto, aterrizó sobre los bosques de Oregón, según tengo entendido. Ésta permaneció allí oculta durante años, hasta que unos niños, jugando en el bosque se toparon con ella y explotó, matando a los niños. Una mujer japonesa que trabajaba en la empresa que fabricó la bomba se disculpó mediante lo que fue una sincera declaración de arrepentimiento. Entendimos que esas cosas ocurren, pero recientemente, cuando uno de nuestros submarinos salió a la superficie sin comprobar la existencia de otro navío en el área, volcó un barco de entrenamiento japonés y varios estudiantes murieron. Naturalmente, nuestro Gobierno pidió disculpas, indemnizó a las víctimas, el capitán del submarino fue acusado de negligencia, su carrera finalizó y escuchamos criticas infinitas acerca de las chapucerías militares de los vaqueros americanos. Ya estamos un poco cansados de eso. Incluso en la cima de nuestro conflicto con Irán, cuando accidentalmente tumbamos un avión de pasajeros, aceptamos la completa responsabilidad, pedimos disculpas formales, indemnizamos a los familiares de las víctimas y a Irán por la pérdida del avión y nuestro personal de marina asumió su error. Irán, muy a su pesar, entendió que son cosas que ocurren. La muerte a manos de tu propio bando es otra lamentable consecuencia de la actividad militar. Pero el desconsiderado insulto por parte de los ciudadanos y de medios de las naciones amigas, nos duele ahora más que nunca. El año pasado, en una recepción, estuve con un pequeño grupo de norteamericanos y casualmente conversé con una correcta señora de China. Sin la más leve consideración, ella explicaba que a la vez que su país apreciaba la tecnología norteamericana, encontraba simplemente inaceptable, la moral de los norteamericanos. Supuso que lo entenderíamos y simpatizaríamos con ella. En el momento en el que alguien pidió más detalles, ella respondió delicadamente: "Vuestra forma de vestir, vuestras maneras, vuestra música rock and roll... es tan... obsesivamente sexual". Yo había escuchado - "queremos vuestra superioridad tecnológica pero no vuestra inferioridad cultural" - muchas veces antes ese antiguo camelo, pero este insulto era evidentemente nuevo para la más joven del grupo norteamericano. - Eh, perra arrogante - dijo ella añadiendo maliciosamente - ¿Cómo te las apañas para producir una cuarta parte de la población mundial sin sexo? A lo mejor deberíamos admirar vuestra tecnología. - Furiosa por tan grosero reproche, la señora china se dio la vuelta y se fue. En cambio, el resto de nosotros nos giramos hacia la chica y le dijimos - Muy bien. - Ésta fue la primera vez que he escuchado una objeción americana a ese estúpido tipo de insultos. Hace un par de días, nuestro Ministro de Defensa, en una misión diplomática en Alemania para tratar con su contraparte una nueva propuesta alemana sobre el conflicto Iraquí, fue recibido por el ministro alemán quien ya había mandado el texto de antemano a la prensa. El representante americano, sin preparación previa fue emboscado en una entrevista inmediata de televisión. El ministro alemán haciendo uso de un tono arrogante y pueril que comúnmente es usado para disciplinar a los estudiantes recaderos, aireó su peculiar visión sobre la política americana. Un extravagante error diplomático. Peor que en killing the messenger. Los aliados de verdad no hacen esas cosas. Pero nuestro Ministro de Defensa se sentó allí con la mirada fija y perplejo "como venado en la mirilla de una escopeta". - A más de un americano que le he hablado acerca de este incidente han respondido: "Si alguien desea comprar un coche lujoso extranjero (y no puede permitirse un Ferrari), tiene que comprar un Jaguar" (La aclaración es mía). Recientemente estuve charlando con algunos hombres de negocios musulmanes que asistían a una convención sobre electrónica. El asunto del conflicto en Oriente Medio no se hizo esperar y apareció en nuestra conversación. Yo admití que no se podía permitir que un país retuviera el territorio de otro país, aunque ese territorio lo hubiera ganado en una guerra, por lo que los israelíes debían retirar sus tropas de Cisjordania. Los musulmanes no podían creerse mis palabras: "los israelíes están allí porque vosotros, americanos, los colocasteis allí. Sois vosotros los que apoyáis el sionismo". ¿No me digan? ¿Ahora somos nosotros los responsables del desastre en Oriente Medio? Yo aclaré: "cada pulgada cuadrada del Estado original de Israel, fue vendida a los sionistas por los ricos jeques árabes. Tomaron el dinero y, con tierra ya comprada, la oferta y la demanda hizo subir el precio por acre - mucho más de lo que se puede permitir el palestino medio. Éste fue el principio del problema". Todo el mundo pasa por alto que los jóvenes palestinos no pueden permitirse un hogar para sus familias. Añadí hablando entre dientes - ¿Dónde estaba Bin Laden entonces? No me extrañaría que su familia fuera una de las que se beneficiaron del dinero sionista. Sí, los terratenientes árabes vendieron suelo palestino a los israelíes y facilitaron la creación del estado de Israel. ¡Vivid con eso! - Abandoné la discusión a la vez que me preguntaba si debería haberme traído un perro guardián. Lo que nos asombra es lo frecuentemente que las poblaciones en su totalidad han demostrado su incapacidad total para llevar las riendas y deshacerse de los regímenes dictatoriales, siendo cobardes miserables a la hora de luchar contra la corrupción y la opresión dentro de su propio país, cuya prensa esta manipulada por el gobierno; o quienes en sus propias vidas tienen incluida tanta matanza y mezquindad... y así todo, van por la calle denunciando con rótulos y consignas la menor afrenta a sus delicadas sensibilidades políticas. Peor aun, es que haya un lunático entre las naciones civilizadas que logre desconcertarnos. Existen personas inteligentes que piensan que Neil Armstrong nunca pisó la luna... que esos aterrizajes en la luna son cosas de Hollywood. Estos inteligentes se leen las listas de víctimas del desastre del World Trade Center y aún insisten en que los judíos americanos no estaban entre los muertos, "ninguno apareció por el trabajo ese día"; la absurda suposición es que los judíos conocían de antemano el fatídico atentado y estaban de acuerdo con el ataque terrorista. Todavía más recientemente, un sospechoso prisionero de Al-Queda (entregado por sus propios compatriotas), fue liberado de la Base Naval Norteamérica en Guantánamo, Cuba, tras ser declarado inocente, cuando regresó a su casa y contó a los periodistas como fue torturado en una sala donde recibía aire helado a través de una rejilla. (¡Llamen a Amnistía Internacional! El aire acondicionado es una evidencia de la brutalidad norteamericana). Lo curioso de las manifestaciones contra las acciones militares norteamericanas es que nunca vemos a los norteamericanos en las calles protestando en contra de las acciones militares de otros. Mientras que en muchos países, vemos las protestas anti-norteamericanas cada vez que un sargento en las películas del cine grita - Preparen, apunten... Y aunque no tengamos documentación de conquistas, siempre se nos acusa de que somos imperialistas con motivaciones ambiciosas y egoístas. A lo largo de los siglos de nuestra existencia, hemos visto a Napoleón devastar Europa. Compramos Luisiana y otros territorios a Francia. Hemos visto a Stalin subyugar y saquear toda la Europa del Este detrás del Telón de Acero; pero hemos comprado Alaska a Rusia. Hitler invadió Europa y nosotros no nos quedamos ni con una sola pulgada de terreno, después de haber mandado hombres y materiales para ayudar desinteresadamente al continente. Los filipinos querían y consiguieron su independencia sin derramamiento de sangre y les dimos el Canal de Panamá - construido por nosotros - a la República de Panamá. Hace doce años, ayudamos a Kuwait en su liberación de la invasión iraquí. A pesar de las gracias sobre la sección norte no ocupada, de Kuwait, este país no se convirtió en nuestro estado número 51. Al igual que nuestros aliados, no dejamos tras nosotros una ocupación militar. Ayudamos a extinguir el fuego de los pozos de petróleo que Saddan Hussein incendió cuando fue obligado a retirarse. ¿Recuerda ahora alguien aquella horrible visión dantesca del mismo Infierno? No invadimos Irak en aquellos momentos porque la ONU hizo un trato con Saddan Hussein: El dictador iraquí pondría fin a las invasiones a sus países vecinos, lanzando mísiles y asfixiando a su propio pueblo; atrocidad de la que está tan orgulloso que permitió a los fotógrafos sacar instantáneas de los cuerpos hinchados de mujeres y niños. Saddan prometió destruir todo su arsenal y no lo hizo. Y durante años, la ONU no hizo nada al respecto. Nosotros impusimos sanciones y Saddan celebró un vergonzoso funeral en nombre de los niños que murieron de hambre, a la vez que construía nueve palacios. (Y nuestros ingenuos críticos nos llamaron bárbaros). El líder iraquí expulsó a los inspectores de la ONU, cuya misión era supervisar la destrucción de sus reservas de armas químicas y biológicas. La Organización de las Naciones Unidas expresó su queja, pero no se hizo nada más. Tony Blair, John Howard y George Bush han tenido suficiente. El Reino Unido conoce muy bien lo que nos puede costar ceder a los caprichos de dictadores lunáticos. (No me cabe duda alguna de que la última frase de las oraciones de cada noche de Blair es: "Señor, no permitas que las palabras, 'Paz en nuestra era' salgan de mi boca [1]). Bush se hizo presidente el día que pisó las ruinas de las Torres Gemelas, y después tuvo que luchar contra el carbunco (Anthrax). Ahora es una cuestión personal. Todos los manifestantes del mundo en contra de nuestra postura ante el conflicto iraquí, insisten en que a los EE.UU. le mueve el ansia por los pozos de petróleo. Importamos, aproximadamente, diez veces más petróleo de lo que exportamos. Tan sólo el 10% del petróleo que importamos proviene de Oriente Medio, el petróleo que exportamos va a los países asiáticos y no escuchamos a estos manifestar las intenciones lucrativas de los EE.UU. porque podríamos crear un déficit en Oriente Medio al desviar el petróleo de Alaska a nuestros puertos. La mayoría de nuestro petróleo importado viene de la zona geográficamente cercana de México y Venezuela. Otra curiosa acusación de toda la protesta internacional es que nuestro sentido del peligro está desvirtuado: Perdemos el tiempo temiendo a Irak cuando Corea del Norte supone una amenaza mayor. En efecto, Corea del Norte hace pasar hambre a sus niños, pero cuenta con un ejército de un millón de hombres y un importante programa de armamento nuclear. El presidente Clinton entregó a los norcoreanos una importante suma de dinero para que detuvieran la producción de armas y compraran alimento. Ellos usaron el dinero para alimentar a sus tropas y reforzar sus instalaciones. Por lo tanto ahora tienen mísiles, armas atómicas y un lunático al mando que no duraría en vender todo lo que hiciera falta para llevar a cabo sus fantasías militares. Los buques de guerra norcoreanos han estado hostigando las islas japonesas durante el pasado año; pero como no somos buenos en guerras asiáticas, les pasamos el dictador belicoso a Rusia, Japón, China y Corea del Sur. Dado que sus tierras e intereses comerciales están más comprometidos, él es definitivamente su problema. Además, Australia y la ONU se están encargando de supervisar la situación. La respuesta del presidente Bush a todo este problema fue recomendar diplomacia y reforzar Alaska con baterías antimisiles - y todos estos convenios americanos con subsidios. Pero notemos como el resto del mundo, temeroso, quiere que los EE.UU. resuelvan el problema. La lluvia radiactiva nuclear no respeta fronteras. Reino Unido y Australia se han levantado como dos potencias mundiales. Tony Blair siempre es elocuente; George Bush lo es ocasionalmente. Pero para un análisis exhaustivo de la situación, necesitamos solamente leer el discurso a su nación, pronunciado el 4 de febrero por el Primer Ministro australiano, John Howard. [2] Numerosos ciudadanos británicos, australianos y norteamericanos, protestaron por la acción militar en el Golfo pérsico. Las personas libres tienen el derecho y el privilegio de oponerse a la acción de su gobierno, si no están de acuerdo con éste. La Oposición Leal, lealmente se opone. El que podamos oponernos sin temor es una de las libertades que más valoramos. Si los oponentes británicos quieren llamarlo: "la Guerra de Blair"... si los oponentes australianos lo quieren llamar: "la Guerra de Howard"... y si los norteamericanos lo llaman: "La Guerra de Bush"... vale. Sabemos que el rumbo más sencillo, el más económico y aquél que ignora el problema y lo pospone para un futuro, es probablemente el rumbo político más inteligente para Tony Blair, George Bush, y John Howard. Pero no elegimos a nuestros líderes para las siguientes elecciones, los elegimos para el periodo presente. Esperamos que tengan más información de la que se conoce públicamente; y teniéndola actuarán correctamente para nuestra época y para la venidera. Y si algún otro país se empeña en llamarlo "la Guerra de Bush", tendremos que recordarle que los que están allí son nuestros soldados, nuestros marinos y nuestra fuerza aérea... no los del presidente Bush. Y como dijo Abraham Lincoln, este gobierno es del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo; y es nuestra intención que nunca perezca sobre la faz de la tierra.[3]. Notas del Webmaster: [1] Referencia hecha en el discurso a su patria por Neville Chamberlain después de estuvo de acuerdo de apaciguar a Hitler. Declaró que la paz era más importante que enfrentarse al tirano. Poco tiempo después, Hitler invadió a Polonia. [2] El discurso del 4 de febrero del Primer Ministro de Australia John Howard, puede leerse en: [3] Tomado del Discurso de Gettysburg: pronunciado por el Presidente Lincoln y dedicado al campo de batalla de la lucha en la Guerra Civil. |
Última modificación:
December 03, 2004
| |