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Levántame al Paraíso

Título original: "Lift me to Paradise" [Revisited]
Por Por Ming Zhen Shakya

Traducido al Español por Nelson Muñiz
Presentado el 24 de abril de 2003, desde República Dominicana

Buscando el Sol Naciente - Foto por Yin Zhi Shakya

Los paisajes prístinos eran el Miltown y el Prozac de la Humanidad - hasta el momento en que la farmacología desarrolló los tranquilizantes. Si las cosas le llegaban a los nervios a una persona y perdía su balance emocional y tropezaba, se levantaba, se quitaba el polvo de encima y comenzaba a andar, dirigiéndose a un punto de fuga en el horizonte.

El antiguo régimen nos es familiar a todos. Cuando el andar se hace duro, 'los duros' comienzan a andar. Se ponen en camino. No hay nada como un paisaje para aliviar el pecho salvaje. Un juglar a veces ayuda.

Hay pocos recuentos biográficos de maestros Zen en los cuales las peregrinaciones a hermitas distantes no estén incluidas. Hsu Yun, Han Shan y Hui Neng, todos ellos, hicieron su cuota de viajes a pie para alcanzar algún retiro de montaña. Aún el Buda se fue en su Jornada sin su amado caballo Kantaka.

Predicamos, por supuesto, que el escenario para la meditación y la introspección no importa y no debería importar. Podemos ir hacia adentro de nosotros mismos sin tomar en cuenta nuestra localización geográfica. "Ve a tu habitación y cierra la puerta y ora" todos los líderes religiosos nos han aconsejado hacer desde que aprendimos a comunicar tales pensamientos. No necesitamos viajes a los Alpes o los Adirondacks. O así predicamos.

Sin embargo, los estudios han mostrado el efecto tranquilizante que los paisajes tienen sobre nosotros. Un dentista que conozco leyó un reporte acerca de la diferencia en niveles de tensión entre pacientes que tenían una ventana al mar desde la cual mirar, tenían árboles o un jardín a la vista, y aquellos pacientes sentados en un área claustrofóbica o, peor, miraban a los ojos inquisitivos de retratos colgados en las paredes. Siguió la sugerencia del reporte y quitó todas sus pinturas de payasos Red Skelton y esos niños de ojos grandes y colocó un mural empapelado de una escena selvática. Dijo que los resultados fueron drámaticos. No sabía por qué debía ser así, pero estaba convencido que había, de hecho, algo perturbador en esas caras y algo calmante en la escena. El testimonio de un dentista es imponente.

Y así, cuando estamos acosados por problemas y no estamos encadenados en un lugar, nos ponemos en marcha. Viajar solitariamente es terapia.

Más aún, los paisajes inducen a la creatividad. Los grandes maestros Zen miraban dentro de sus propias naturalezas cuando eran confrontados por la naturaleza misma. Dijo Hsu Yun:

El cielo, que cambia tan lenta y suavemente, tolera mi edad. Pero los dias y meses avanzan inmisericordiosamente para cortar mi tiempo.

Retorno a mi cueva en la montaña, pero los árboles se han ido. Miro abajo hacia el rio y todo lo que veo son curvas serpenteantes. El sol está en una jaula de nubes delicadas. Escucho el viento.

¡Súbitamente escucho la Campana del Templo! El sonido viene limpiándome, despertándome de la polvorienta labor de mis pensamientos. Y el cielo distante se abre más y más ancho para mí.

Pero volvamos al punto de este pequeño ensayo: el efecto creativo de un viaje por tierra.

Recientemente vi que Frankie Laine estará otra vez actuando en Las Vegas, Nevada. La Generación X probablemente no le es familiar Frankie Laine o la música que él hizo famosa. Pero aquellos de nosotros que lo recuerdan todavía podemos escuchar su distintiva voz de barítono diciéndonos útilmente que fuéramos adonde el ganso salvaje va o que subiéramos a un tren de mulas... "clippity clop". Más que nada nos habló de ese orbe, ese sol que en la meditación Zen avanzada, constituye el cenit de la comunión y liberación espiritual.

Allá por el año en que nací, 1934, un hombre llamado James Haven Gillespie, que escribía canciones para ganarse la vida, hizo un viaje a través del Desierto de Nevada... de un pueblo llamado Tonopah (donde el billonario Howard Hughes después se casaría con Jean Peters) hasta Las Vegas. Más de un centenar de millas y paisaje desértico de pared a pared. Majestuosas montañas violeta, pero no una planicie terriblemente frutal. Mezquite y artemisa, árboles de Joshua y yuca. Y, sin duda, como otra canción dice, "cactus más preciosos que orquídeas... floreciendo..."

La vista de la belleza desértica tiene un efecto conmovedor que las escenas silvestres simplemente no pueden proveer. La claridad del aire y la ausencia de vegetación alta hace posible mirar tan lejos como la curvatura de la Tierra permite. Y un sentimiento agradable, inexplicable, sobrecoge la persona. Sabe que puede andar cien yardas a cada lado de la carretera y muy posiblemente caminar sobre tierra en la que ningún ser humano ha pisado jamás. Los espacios vírgenes y los pequeños cañones o barrancos tallados por corrientes torrenciales que no están a la vista por ningún lado. El agua se ha ido... hasta el próximo aguacero; pero ha dejado en su estela flores silvestres oportunistas que son, ellas mismas, explotadas por las abejas.

James Haven Gillespie estaba ese día en un estado de ánimo creativo. El paisaje hace ésto en el espíritu humano. Fue durante la Depresión pero su corazón estaba inflado por la vista de todas esas montañas tornasoladas, la Sierra Nevada. Él escribió, "¡Este es el país de Dios!" Y después de quedar satisfecho con esa canción, escribió un tributo al Creador mismo. "El Viejo Pintor Maestro de las Colinas Lejanas." Mientras su carro lamía las millas llenas de baches como un gato un plato de leche, pensó en la Navidad y en los niños y en la pobreza en que se había hundido la nación. Y así, escribió para los niños una promesa admonitoria, "You better watch out, you better not pout, you better not cry, I'm telling you why: Santa Claus Is Coming to Town!" ("Mejor miren bien, mejor no hagan pucheros, mejor no lloren, les digo porqué: ¡Santa Claus está llegando al pueblo!").

Alguien más podría lastimeramente preguntar, "Brother, can you spare a dime?" ("Hermano, ¿Puedes darme un kilo?") No Gillespie. Mendigar era una actividad urbana. Usted tenía que mirar en los rostros de la gente para evocar lástima por el suyo propio.

Los jugos creativos de James Haven Gillespie's continuaron fluyendo. Amaba el desierto y estar solo con toda esa belleza. La dureza de sobrevivir en el desierto... ¡y todavía la oración agradecida! Un cactus, abrasado por el sol y privado de agua y todavía, a pesar de la lucha, produciendo una flor tan hermosa que el aliento de una persona volaría a abrazarla. Todo le cantaba. Pero la lucha para vivir en medio de esa belleza intransigente necesitaba un himno. La vida no era un tazón de cerezas. La Tierra Pura de Amitayus merecía un himno que estuviera desprovisto de tal sentimiento barato. Pensó acerca de ello: "Up in the morning. Out on the job. Work like the devil for my pay; but That Lucky Old Sun's got nothin' to do but roll around heaven all day. Good Lord above, can't you hear me pining? Tears are in my eyes. Send down that cloud with the silver lining. Lift me to Paradise! Show me that river. Take me across. Wash all my troubles away. Like That Lucky Old Sun give me nothin' to do but roll around heaven all day." ("Levantarse en la mañana. Manos a la obra. Trabajar como el diablo por mi paga; pero Ese Dichoso Viejo Sol no tiene nada que hacer sino dar vueltas al Cielo todo el dia. Buen Señor allá arriba, ¿no puedes oirme suspirando? Hay lágrimas en mis ojos. Manda esa nube con el resquicio de esperanza. ¡Levántame al Paraíso! Muéstrame ese rio. Crúzame. Limpiame de todos mis problemas. Como Ese Dichoso Viejo Sol dame nada que hacer sino dar vueltas al Cielo todo el día".)

Gillespie encontró en la naturaleza lo que Hsu Yun, Han Shan y Hui Neng encontraron. Soledad, simplicidad, trabajo duro y honestidad... el vínculo directo entre la creación y los ojos que son privilegiados para atestiguarla. Escribió otras canciones... Honey (Miel); You Go To My Head (Te me subes a la cabeza); Breezin' Along With The Breeze ('Brisiando' junto a la brisa) para nombrar algunas. Ninguna se hizo tan conocida como That Lucky Old Sun (Ese dichoso viejo sol) que Frankie Laine haría tan popular.

Gillespie vivió simple y anónimamante en un pequeño apartamento de dos dormitorios en Las Vegas, hasta que en 1975, a la edad de 87, murió. Amaba el sol del desierto, temprano en la mañana y al atardecer. Le hablaba en la forma que les ha hablado a los hombres sagrados desde la alborada de los tiempos.

Amitaba y Amitayus... dos nombres para el mismo Buda. Luz Infinita y Tiempo Infinito. La Física nos dice que en un sentido muy real son de hecho la misma cosa.

Pero nunca su naturaleza dual ha sido tan fortuitamete atrapada como en la línea... "That lucky old sun's got nothin' to do but roll around Heaven all day." ("Ese dichoso viejo sol no tiene nada que hacer sino dar vueltas al Cielo todo el día.")

Todo lo que nos queda por hacer es buscar el sol naciente o poniente y abrirnos a su significado.

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Última modificación: July 11, 2004
©2001 Orden Hsu Yun del Budismo Zen
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